martes, 10 de marzo de 2015

La Violencia como significante ¿tiene forzosamente que tener como su contraparte el problema de la víctima?

Aportación de la Dra. Madeline Román
Publicado originalmente en: El Amauta, Número 10 (enero 2015) 




By mediafury from NYC, USA (Obetem Komunismu  Uploaded by limojoe)
 [CC BY 2.0 (http://creativecommons.org/licenses/by/2.0)], via Wikimedia Commons 

16 comentarios:

  1. 1. Ante la pregunta planteada en el título del artículo en discusión; sobre si la violencia como significante tiene forzosamente como su contraparte el problema de la víctima, yo entiendo que sí, porque la violencia es el antecedente y la víctima su consecuente. No obstante, delimitando el significado de la palabra violencia y no incluyendo en su definición tantos acontecimientos como lo hace Michaud, en su texto La violencia de la violencia, la violencia, no es el único antecedente de la víctima, dado que esta también puede ser efecto de la omisión de una acción.

    2. De acuerdo a la Doctora Román, la figura de la víctima no conlleva responsabilidad. El entendido que se promueve es: “tú eres una víctima, tú no tienes culpa de nada de lo que te ha pasado”. Esto es cierto, pero luego de una persona convertirse en victima adquiere una responsabilidad de apoyar al Estado en hacer cumplir la ley. Por ejemplo, hay delitos en los que la persona afectada puede decidir si le solicita al Estado que radique cargos o no, especialmente en las situaciones que la víctima es el principal testigo.

    Nelson De Jesús
    SOCI-4170 Sociología de la violencia, la agresión y la peligrosidad
    Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras

    ResponderEliminar
  2. Al leer este artículo me fue inevitable relacionar la existente lógica binaria de víctima/victimario con todo el fenómeno mediático que día a día abarrota los titulares de periódicos y noticiarios locales. Me parece que indudablemente esta lógica binaria es en la mayoría de las ocasiones reforzada y vigorizada por los medios de comunicación. Un ejemplo serían esos casos de alta cobertura noticiosa, aquellos que de alguna u otra manera apelan a la moral y a los sentimientos de todo un pueblo, donde no solo es la víctima o su familia la que reclama justicia sino todo un pueblo. La indignación de un país restaura y revitaliza el binomio víctima/victimario nutrido por la pena y parecería que mientras más cobertura se le da a la noticia más indignación causa en el pueblo. Esta rabia y descontento que experimentan los ciudadanos crea también la presión de una radicación de cargos y una necesidad de justicia inmediata para quien fuera identificado como la víctima.

    Zydnia Piñeiro Delgado
    SOCI-4170 Sociología de la violencia, la agresión y la peligrosidad

    ResponderEliminar
  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  4. 1. En el caso de la víctima, donde a esta se le es trasferido un poder a través del Estado, me parece interesante discutir lo siguiente:
    Si se le es trasferido un poder, el cual como se menciona, le da oportunidad a la víctima a decidir y a participar de la sanción del victimario, como ya ha mencionado el compañero Nelson de Jesús, vemos quizás, dentro de esa idea, una nueva víctima. Una víctima que antes fue victimario, y ahora, puesta en un reverso que se presenta a través del juicio y sanción del Estado, la victima pasa a ser un posible victimario y el casi confinado del delito se convierte en una víctima que culturalmente es aceptada, como no víctima. Un tipo de victima que para los efectos no existe, pero bajo definiciones del mismo complejo concepto podría interpretarse que en efecto aparenta ser una víctima.

    ¿Podría considerarse tal evento, como un reverso de la víctima, donde está, ahora dentro de la inferioridad se le otorga un poder (del Estado), en el cual, la victima puede ser (en parte) verdugo, sobre el cuerpo y libertad del victimario, haciendo del victimario una víctima? Esto, a causa de la trasferencia de poder a la víctima. Si la respuesta es sí, tenemos ante nosotros, quizás un fenómeno, más, dentro de la víctima y su pluralidad de significados.


    2. Con respecto al tema de la eliminación a la figura de la víctima, y el planteamiento de este sobre que conllevaría quizás la eliminación de la idea de la violencia misma, creo que debemos también añadir un factor importante en este asunto. El factor, a cual refiero, es el de empatía, y es que a mi parecer, debe discutirse este concepto en conjunto con la víctima. Ya que, o se nos ha hecho creer, o debe ser así, que un sujeto tiene que ponerse en el lugar del otro.

    Aquí, la interrogante que se me presenta al leer el ensayo: ¿Si, se elimina la figura de la víctima, no se estaría de alguna manera, por decirlo así, jugando con el concepto de empatía? Ya que este concepto de victima nos coloca en el lugar del otro. Si se elimina tal, ¿habrá espacio para sensibilidad humana?


    Adrián A. Ríos Cardona
    SOCI-4170 Sociología de la violencia, la agresión y la peligrosidad
    Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Para responderle a Adrián,
      En cuanto a la pregunta: "¿Si, se elimina la figura de la víctima, no se estaría de alguna manera, por decirlo así, jugando con el concepto de empatía?". Creo que no. Al contrario, se reforzaría la empatía no tan solo hacia la víctima sino tambien hacia el victimario. Al igual que la autora, pienso que se debe comenzar a ver la violencia fuera de el binomio víctima/victimario y más dentro de un fenomeno sujeto a la estructura impuesta por el sistema. Creo que de esta manera no tan solo habrá espacio para la sensibilidad humana sino que la propensará en mayor escala porque no tan solo será dirigida hacia la víctima sino también hacia el victimario que, a su vez, también es víctima de su entorno y su contexto.

      Natalia Rosado Cofresí
      Soci 4170 Sociología de la violencia, la agresión y la peligrosidad
      Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras

      Eliminar
  5. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  6. Me parece que hay una variedad de asuntos no contestados en el texto. Aunque es claro que nos encontramos en un momento donde los medios propulsan el binomio de victima/victimario, propongo una reflexión más allá de aquello. ¿Quién será ese otro que el fenómeno mediático le da el poder a denominarse victima? En caso de violencias de género, cito la serie “The Fall” donde la protagonista, una detective llamada Stella Gibson escucha un aguacil referirse a una víctima como una inocente, ella le contesta:
    "Let's not refer to them as innocent...What if he kills a prostitute next or a woman walking home drunk, late at night, in a short skirt? Will they be in some way less innocent, therefore less deserving? Culpable? The media loves to divide women into virgins and vamps, angels or whores. Let's not encourage them."

    No podemos descartar que para pasar a ser víctima, me parece que ese sujeto afectado pasa por un tal rito de paso donde el mismo es juzgado por el público para determinar si verdaderamente es víctima. Apunto hacia una complejidad de esa dicha subjetividad absoluta discurseada que el texto menciona. Hay un caso muy interesante en los libros que se basa la serie popular de “Game of Thrones” donde se presenta una mujer (no voy a dar nombres porque spoiler) donde nos encontramos con una mujer que ha sido violada por su esposo y en una escena cal dormir al lado de su amiga, ella comienza a molestarla sexualmente a lo que recuerda lo que su esposo le ha hecho en el pasado. ¿Qué pasa con el discurso cuando esa misma victima a la misma vez es victimario? Instancias en el mundo corriente que nos encontramos con esto es particularmente con los mismos casos de abuso sexual.

    Gabriela Rosa Hernandez
    SOCI-4170 Sociología de la violencia, la agresión y la peligrosidad

    ResponderEliminar
  7. Pienso que el sujeto mismo de la víctima ya supone una creación de cuerpo que se ha mencionado, pero no se ha llevado a fondo. A lo que me refiero es que el artículo menciona la figura del Estado como parte ofendida al igual que la víctima, pero no se establece de dónde viene la víctima como sujeto. Un cuerpo que ha sido transfigurado a la cualidad de “víctima” se establece dentro del contexto social, pero fuera del contexto histórico. Es decir, no importa de dónde viene o hacia dónde va; lo que importa es que es una víctima. Las narrativas mediáticas quizás pueden detallar la víctima con historias para producir mayor simpatía, pero esto es después de que ya exista.

    Igualmente, estoy de acuerdo con los comentarios de Adrian Rios (“Una víctima que antes fue victimario, y ahora, puesta en un reverso que se presenta a través del juicio y sanción del Estado, la victima pasa a ser un posible victimario y el casi confinado del delito se convierte en una víctima que culturalmente es aceptada, como no víctima”), pero pienso que se pueden llevar más lejos. Escribo específicamente de lo que se conoce como el “rape culture” en donde la víctima—mayormente mujeres-- de un acoso sexual o violación sexual se ven como las culpables de la ocurrencia del crimen. En otras palabras, es su culpa por la ocurrencia.

    Finalmente, no creo que exista una necesidad del concepto de “víctima” como algo explícitamente atado al victimario como si fuese un consecuente lógico. Esto surge de una conceptualización individualista social que pide, para su propia supervivencia, existir en todas las mentes habitables. Como ofrenda alterna, podemos pensar el victimario como un desvió temporero del comportamiento aceptado socialmente como “normal”. Podemos igualmente alzar la culpabilidad hacia el futuro en cuanto a no especificar víctima más allá del orden social posterior (aunque esta se presta fácilmente para algo como 1984 o la película Equilibrium). Finalmente, ¿Qué tal si reconceptualizamos el victimario como víctima de su propio ser definido ligado con su contexto? Esto tomaría prestado del pensamiento individualista, pero se podrá atender la persona misma contrario a la creación de un discurso que se parece mucho como una condena al infierno.

    Roberto Fernández Morales
    SOCI-4170 Sociología de la violencia, la agresión y la peligrosidad
    Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras

    ResponderEliminar
  8. Algo que me viene a la mente cuando leo sobre la simpatia hacia la victima y como es algo universal que todo sentimos, es como los roles de genero y hasta las orientaciones sexuales pueden ser factores positivos y/o negativos cuando viene a un caso. Por ejemplo en algunos casos de agresión sexual cabe la posibilidad de que la mujer tenga mas simpatia departe del publico que quizas un hombre homosexual que halla sido la victima. Claro esta, en estos tipos de casos las mujeres tambien pueden sufrir de la misma situacion pero no es algo comun. Es un factor que encuentro muy interesante y me gustaria ver las diversas opinions que tengan los compañeros.

    Annette M. Amador
    SOCI 4170
    UPRRP

    ResponderEliminar
  9. El juego de lo “definido/indefinidamente” resulta un aspecto neurálgico a la hora de analizar la figura de la víctima como identidad fija asumida frente a situaciones específicas. Atendiendo la pregunta que anima la reflexión de Román, me inclino a pensar que el modelo binomial víctima/victimario se encuentra corroído, pues lo que parece primar es una cada vez mayor crisis de distinciones. A pesar del desgaste conceptual y su cada vez mayor dificultad explicativa, se observa en el espacio de lo social la reproducción constante del binomio. Sobre este punto me parece necesario reivindicar tanto el realismo de la violencia como el realismo de la víctima, ambas entendidas en un sentido amplio y fuera de la lógica co-dependiente. Esto es, si aceptamos la figura de la víctima como una “polisémica y compleja”, se podría postular que las categorías víctima/victimario remiten a un posicionamiento particular frente a la violencia. Antes de lanzarnos a pensar fuera del esquema del Yo y el Otro, preferiría trabajar el modelo víctima/victimario como posiciones de transferencia fuera de fundamentos atávicos. Por otro lado, nos parece importante no caer en discursos apologéticos, hacia eso me parece se dirige la mención de la violencia subjetiva y la violencia objetiva tal como la entiende Zizek.

    Jorge L. Prieto Flores
    SOCI 4170

    ResponderEliminar
  10. El punto que tocaré surge a raíz del comentario de Judith Butler, quiero enfatizar que hay que reconocer la transgresión como hecho ocurrido es decir que son actos indudablemente cierto pero no por eso se debe etiquetar con el término “víctima” a la persona que los recibe. Eso lo que propicia es la mentalidad de que seremos definidos por ese acto dándole el poder al victimario a escoger para nosotros/as una identidad. También le estamos dando el poder al victimario a convertirnos en sus víctimas, una y otra vez. Él/Ella estará haciendo con nosotros lo que quiera pues aunque ya paso la transgresión en sí, nos seguimos categorizando como víctimas remitiéndonos al acto que cometió aquel sujeto en nuestra contra. Llamarnos víctimas no sería la manera de salir del problema sino una forma de enlazarnos indefinidamente a él, puesto que cada vez que nos categorizamos y sentimos de esta forma le damos el poder al otro a subordinarnos a él. Por otro lado habría que preguntarse entonces, cómo se resolverá una situación en la que alguien cometa una transgresión en contra de otra. Si bien es cierto que etiquetar a alguien como víctima no ayuda a mejorar la situación, traza una línea definitiva en donde entendemos a quién se debe ayudar y a quién se debe penalizar. ¿Cuál sería nuestra guía si estas etiquetas no existieran?
    Cristina Marrero Rodríguez
    SOCI 4170
    841-11-4240

    ResponderEliminar
  11. El punto que hace Cristian Marrero es muy interesante. El rol de víctima y aquel que comete la transgresion, son nuestras guias para poder separar entre el que comete el mal y la persona que, valga la redundancia, la victima. El ser humano necesita ver eso como concreto, "esto es esto y fuciono asi." de que fuera de otra manera dejaria un desbalance en cierta manera.

    ResponderEliminar
  12. En lo personal no me parece incorrecto el uso binomial de victima/victimario referido a un acto en particular. Como dice la compañera Cristina Marrero, este uso del vocablo “traza una línea definitiva en donde entendemos a quién se debe ayudar y a quién se debe penalizar”. Y a pesar de que muchas transgresiones cometidas están forjadas en situaciones pasadas de las cuales el victimario es la victima; es importante no alejarnos del hecho de que la decisión final de transgredir fue tomada por el victimario y el principal perjudicado es la víctima.

    Sin embargo el problema recae en el momento en el cual se comienza a utilizar victima/victimario como adjetivos categóricos. Este es el momento en el que se comienza a definir a la persona de una manera completamente basada en un acto en particular. Me parece que el origen del problema fue perfectamente presentado por el compañero Roberto Fernández “no importa de dónde viene o hacia dónde va; lo que importa es que es una víctima.” Y a esto le añadiría que no importan las razones o contexto; lo que importa es que es un victimario. El problema con este asunto es que en muchos casos cuando a la persona se le es definida como víctima/victimario, seguirá siendo vista como tal. Esto causa que la persona pierda ante la sociedad su identidad como persona.

    Por ejemplo uno de los casos que leí recientemente sobre una mujer que fue abusada sexualmente por unos adolescentes; los adolescentes fueron procesados y sentenciados a 40 años de cárcel. Después de haber cumplido 15 años de cárcel se hizo una revisión para liberar a los adolescentes, durante el proceso de reconsiderar dejar absueltos a estos delincuentes se le pregunta a la víctima que piensa sobre dejarlos absueltos. Ella responde que no merecen que sean liberados de la cárcel y como consecuencia de esas declaraciones los delincuentes no fueron liberados. Eso es un claro ejemplo de cómo la identidad de ambos ciudadanos se ha visto definida en su totalidad por un acto de transgresión y por tanto la victima/ victimario siempre serán vistos, categorizados, definidos y tratados en base a estos parámetros.

    Por último me parece que para poder pensar la violencia desde una postura postvictimista, sería necesario reestructurar el mayor de los componentes de este ciclo; el Sistema de Justicia, de manera que este se enfoque única y directamente en los hechos; y no en la empatía de un jurado/juez causada por la narración de la víctima.

    Amelia C Beaton
    SOCI 4170
    UPRRP

    ResponderEliminar
  13. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  14. Personalmente, mi preocupación ante asumir un posicionamiento postvictimista a la hora de llevar a cabo una reflexión acerca de la violencia recae en la tendencia de los discursos sexistas, racistas y clasistas de nuestras civilizaciones occidentales de reconocer/catalogar ciertos sectores de la población cómo víctimas/victimarios. Llevar a cabo un análisis sobre la violencia sin pensar en la manera en que estas subjetivaciones son producidas y por qué continúan siendo reproducidas por estos discursos coloniales podría ocasionar, por ejemplo, que a la hora de llevar a cabo un análisis crítico del sistema penal, reproduzcamos la tendencia a invisibilizar las violencias infligidas sobre las mujeres no blancas de escasos recursos económicos. En nuestro contexto de alta hipocresía social, me parece crucial asumir una perspectiva crítica de estos discursos coloniales para poder entonces lleva a cabo una discusión acerca de los derechos de los ofensores sin recaer en un discurso de victimización.

    Madeline Lamboy Benítez
    SOCI 4170

    ResponderEliminar